El CEO se Entera de Mis Mentiras

El CEO Se Novela 391



Capítulo 391

Las supuestas dos ricas herederas, Ana y Rosa, se miraron perplejas.

No se atrevían a contradecirla en lo más mínimo.

En ese momento, con un chirrido, la puerta de la villa se abrió y la figura atractiva

y serena de Luis apareció en el umbral.

Doña Sara exclamó sorprendida, —¡Luis, hola, finalmente te vemos!

Luis se paró en la puerta mirándolas, -Doña Sara, ¿qué les ha pasado?

Ana notó que Luis estaba de buen humor, y sospechó que él las había hecho esperar a propósito bajo la lluvia y el frío por media hora. Ana sospechaba que Luis lo había hecho a propósito, tal vez incluso se había estado riéndose de ellas desde dentro.

Doña Sara le explicó, —Luis, lo que pasa es que nos engañó un estafador que se hacía pasar por El Invencible, y nos robó todos nuestros bienes. No nos queda más remedio que venir a pedirte

ayuda.

Rosa preguntó, -Luis, la última vez dijiste que conocías bien a El Invencible, ¿es eso cierto?

Luis, con una sonrisa en los labios, respondió,-Como ya les dije la última vez, ustedes se encontraron con un estafador. El Invencible es una mujer, ¿cómo podría ser un hombre? Sí, conozco muy bien a El Invencible.

Los ojos de Ana se iluminaron, -Luis, ¿podrías ayudarnos a encontrar al estafador y recuperar

nuestros bienes?

Luis miró a estas personas de la familia Pérez, ya que antes había estado en el piso de arriba disfrutando de ver su situación embarazosa. Ahora, viéndolas, mirándolo con esperanza, dijo sonriendo, -Pedirme a mí no servirá de nada, deben rogarle a una persona.

-¿A quién?

Luis pronunció un nombre, -¡Raquel!

¿Qué?

¿Otra vez Raquel?

El señor Rodrigo les había dicho que le rogaran a Raquel, y ahora Luis también

les decía que le rogaran a Raquel, ¿qué significaba todo esto?

-Luis, no bromees, no tiene gracia. Raquel no puede ayudarnos.

Luis arqueó una ceja, -Ya dije todo lo que tenía que decir, cómo decidan es asunto de ustedes.

2

Dicho esto, Luis se dio la vuelta y entró.

-Luis...

Ana aún quería hablar, pero la criada cerró la puerta principal.

Los dejaron fuera.

Doña Sara, desconfiada, dijo, -¿Por qué tanto el señor Rodrigo como Luis nos dicen que I roguemos a Raquel?

-No te asustes, probablemente solo están jugando con nosotros, ¡no vamos a rogarle a Raquel! – María rápidamente dijo en voz alta.

María se negaba a pedir ayuda a Raquel, y los demás tampoco querían hacerlo.

Doña Sara, Ana y Rosa nunca habían tenido una buena opinión de Raquel, siempre

menospreciando sus habilidades.

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Ahora, tenían que permitir que Raquel viera su humillación y además pedirle ayuda, algo que no podían aceptar.

-Buscamos a Rodrigo y también a Luis, y ninguno puede ayudarnos, ¿qué sugieres que hagamos?- preguntó doña Sara.

Todos permanecieron en silencio, sin saber qué hacer.

-Ya está oscureciendo, ¿acaso vamos a tener que dormir en la calle esta noche?- dijo doña Sara, muy angustiada.

Luis observaba toda la escena desde el segundo piso de la villa, parado en el balcón. Sacó su teléfono y tomó una foto de ellas, se la envió a Raquel.

Después de enviar la foto, llamó a Raquel.

El tono melodioso del teléfono sonó una vez antes de ser contestado, y la voz clara de Raquel se escuchó, -Hola, Luis.

Luis sonrió con ironía, -Raquelita, ¿viste la foto que te envié? La familia Pérez está peleándose entre ellos, parece que van a pasar la noche en la calle.

Raquel estaba en Villa del Lago, se había tomado el día libre hoy y ahora estaba arreglando flores en un jarrón.


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